top of page
Foto del escritorM A

CONCILIACIÓN DEL DAÑO



Salió del bosque, delante suyo pudo ver cómo las estrellas agudizaban su visión como una espina. Los árboles se quedaban atrás y una nube de humo comenzaba a cubrir el cielo. Sus pasos punzaban en sus pupilas y sintió en la garganta la intersección de dos mundos distintos  el nuevo y aquél que dejaba atrás — sin embargo, no le dolió.


Detrás suyo todo era extensa oscuridad. Ella se entregó a un paisaje gris para no regresar. Su decisión estaba tomada.Después de la destrucción de las comunidades del bosque, sólo pocos pobladores sobrevivían. Las inmensas urbes contemporáneas habían sido edificadas por un régimen autoritario que destruyó la vida fuera de ellas.

Con amargura y polvo hicieron creer a sus habitantes que no había otra realidad, pero cada atardecer tenía un hediondo olor a muerte.  Al pie de las colmenas grises, miró hacía arriba, las edificaciones ocultaban gran parte del cielo, las estrellas eran apenas perceptibles. De niña, su padre le contó que, en aquellas ciudades que dominaban el horizonte, la gente no miraba el cielo, así que quiso mirarlo una vez antes de entrar por completo.

Esa megalópolis en expansión a la que había llegado parecía no detenerse nunca, un veneno parecía cubir el aire, las luces iluminaban con una claridad que la cegaba, los autos emitían un ruido que violentaba el canto de las aves, que exhaustas de tanto gritar, caían en el suelo muertas.El sol comenzó a salir, y debajo del concreto pudo ver el amanecer más corrosivo que le ofrecía el paisaje: una ciudad de piedra se alzaba delante suyo, ya sin ríos, con sus cauces llenos de basura; una ciudad de polvo, una ciudad de ceniza. Las luces permanecían encendidas a pesar de que el sol se abría paso entre la hostilidad. Desde ese lugar podía ver todo, observar a la gente que, con el amanecer, avanzaba sin rumbo entre los muros gigantes.


Avanzaba entre la multitud, haciéndose una misma con esos seres adormecidos, cuando sintió una sensación de invierno en la piel al ver a un grupo de hombres golpeando a la gente, sucedió frente a otros, sucedió sin que nadie hiciera nada. Los heridos fueron arrastrados dentro de un gran edificio sin ventanas. Más que una respuesta concreta a lo que sus ojos acababan de ver, germinó en su interior una idea. No sabía si existía una definición certera a lo que estaba ocurriendo, se lo preguntó durante horas. ¿Por qué nadie hizo nada?Todos parecían lápidas mortuorias que se van pudriendo como los altos edificios. Había pasado el ocaso cuando todo ocurrió. Todo parecía rápido e incomprensible ahí dentro. Aquellos hombres nuevamente caminaban cegados en búsqueda de una nueva víctima. Ella tenía miedo de aquellos seres que saciaban su apetito bebiéndose la vida de otros. Eran los que esparcían la semilla del mal por la tierra, o lo que alguna vez fue de ella. Cerró los ojos por un momento. Imaginó cómo más allá de ese sitio; envueltos en el olor de las ramas dentro de un bosque más profundo, entre encinos fantasmales, todo el mundo se hallaba bajo la inmensidad del firmamento, cobijados todos entre gestos de paz.

Al abrir los ojos sintió que había comprendido la realidad que acababa de contemplar en su inconsciente:Sonidos y sentimientos, parecían danzar en su abismo. Todo parecía tener sentido. Anonadada arrastró su pensamiento y lo hundió aún más dentro de aquel tortuoso lugar. Como sombra se movió entre las edificaciones caníbales, entre aquél yugo estéril que desangraba vidas.

Así, llegó a aquel edificio sin ventanas, donde habían encerrado a esos humanos. ¿Qué había del otro lado?, se preguntó. ¿Aún había algún lugar iluminado por el sol? No lo sabía.

Buscó la forma de entrar, pero la puerta estaba resguardada por un hombre, sin expresion sensible en el rostro. La única forma de pasar era terminar con él.Un certero golpe interrumpió los pensamientos de aquel ser que pensaba en sangre. Otro golpe se adentró en su insensible corazón. Su cuerpo se volvió polvo.

Al entrar todo era gris. Sus pasos se cubrían de cenizas.


Lejos de ese infierno estaba la vida real. Nadie estaba destinado a convertirse en polvo.  Anduvo por varios metros en un pasillo en donde apenas podía ver. Su mirada se agitaba. Una luz se distinguía al fondo. Caminó sin hacer ruido alguno hacia ella. Un golpe la tumbó.Resistió, peleó ante el extraño, pero fue inútil. Fue acusada de irrumpir en el orden de aquella ciudad. Condenada a muerte por el líder que regía ese tiempo.Después de ser penetrada incontables veces, después de haber sido golpeada. Su cuerpo fue colgado en la plaza central, siendo el ejemplo de que rebelarse ante el orden establecido no es bueno.Sus restos se desintegraron poco a poco. Sus huesos permanecieron, al contrario de aquellos que se destruían inmediatamente, como polvo.

De su cuerpo podrido comenzaron a nacer hierbas y flores. Un punto verde se formó entre lo gris del mundo y los humanos comenzaron a mirar al cielo.

7 visualizaciones0 comentarios

Entradas Recientes

Ver todo

Commenti


bottom of page